Prolific painter and musician Diego Hernández, leader of pioneer Chilean experimental group La Banda's, presents his first release under his given name. Radiofonía is the record of an expedition through radiophonic and streaming transmissions looped and manipulated on the go along with tapes and YouTube selections.
The sources sampled are not treated as an instrument, but more as
a constant flow of sonic information, inevitably available, diligently articulated by the listener as a train of thought and reflection.

Here there's joy in scarcity of control, in being a single, but active receiver of information released to everyone; cautious yet permeating data that pierces every turned on radio and spectator behind it. There's joy in processing a slice of the sonic spectrum that swarms into and across the city, gathering sound and music from omnipresent fields always on call to ring. Intuition and chance facilitate certain dynamics and associations that may spark into speech or else disintegrate it. Obliteration and deterioration are tools always at hand, but Radiofonía's purpose is certainly more about channeling than thesis.

Through soundscapes and interference noises, of orchestral hints and tachism, a set of environmental samples is organized. Stage tests that take us with deference and suspense through technological twists and melodic concavities, or even introspective ones. We remember perhaps, with suspicion, a time when broadcasting had an unusual and influential power over its viewers, when the corporations in control of this medium considered their audience as a vulnerable and manipulable subject under their seductive agenda.
But passive listeners are no more, we hope.
Diego Hernández's work is proof.

Words by José Badía

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ESPAÑOL:

El prolífico pintor y músico Diego Hernández, líder del pionero grupo experimental chileno La Banda's, presenta su primer trabajo bajo su nombre de pila. Radiofonía es el registro de una expedición a través de transmisiones radiofónicas y streamings digitales manipuladas sobre la marcha junto con cintas y selecciones de YouTube.
Las fuentes sampleadas no son tratadas como un instrumento,
sino más bien como un flujo constante de información sonora, inevitablemente disponible, articulada diligentemente,
por un oyente activo, en un hilo de ideas y reflexión.

El goce es evidente en la soltura al manejar el sonido, en la oscilación entre tensar y disminuir el control sobre información que está al alcance de todos; datos artificiosos, pero penetrantes que decantan en cada transistor operativo y en cada espectador que lo encienda. Hay placer en procesar una parte del espectro sonoro que se adentra en la ciudad y a través de ella, siendo un receptor solitario y tenaz que reúne y reordena fragmentos de transmisiones propias de campos sonoros ajenos y omnipresentes. La intuición y el azar permiten ciertas dinámicas y asociaciones que pueden operar tanto en la generación como en la desintegración del sonido. El deterioro y la obliteración son herramientas siempre a mano, pero el propósito con que Diego Hernández elabora sus Radiofonías se acerca más a un ejercicio de canalización que a la articulación discursiva.

A través de paisajes sonoros y ruidos de interferencia, de asomos orquestales y tachismo, se organiza un conjunto de muestras ambientales, pruebas de estado que nos llevan con deferencia y suspenso por recodos tecnológicos y concavidades melódicas, incluso introspectivas. Recordamos quizás, con suspicacia, una época en que la radiodifusión tenía un poder inusitado e influyente sobre sus espectadores, en que las corporaciones que controlaban este medio y otros — aún lo hacen —consideraban a su audiencia como un sujeto inerme y manipulable, pero los oyentes pasivos
ya no existen, esperamos. Radiofonía es una prueba de esto.